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Sobre mí

Soy Estela Gallego Patón, terapeuta psicocorporal.

 Mi recorrido personal y profesional me ha llevado a especializarme en acompañar a personas a liberarse de la dependencia emocional  para  Ser y aprender el Arte de Amar. 

 

Lo más interesante que me ocurre  en mi vida es mi proceso de autoconocimiento y transformación que sigue vivo y en constante cambio.

De raíces manchegas, nací y crecí en un pueblo cercano a Barcelona. De mi infancia recuerdo la inocencia, la alegría de vivir, la amistad, el amor de mis padres y de mi querida hermana, mis abuelos y los veranos en el pueblo.

También recuerdo el miedo a la soledad era intenso, inconsciente y constante, así creí que siempre necesitaba a los demás, para no sentirme, para sobrevivir a la angustia.  Eso me hacía tan vulnerable que creé mi protección y el autoapoyo no fue desarrollado. 

 

Desde que recuerdo  he sentido un especial interés y curiosidad por la naturaleza humana,  por cómo funcionamos,  por lo que sentimos, por lo que somos. 

Mi gran sensibilidad e intuición y la habilidad especial para empatizar y ver en las profundidades de los demás a sido mi gran virtud y mi gran debilidad de la que he aprendido tanto.

Siempre me ha preocupado el bienestar de las personas y mi mayor motivación ha sido ayudar a sentirse mejor. Mi mirada y mi energía siempre estaba puesta fuera, en los demás. 

Quizá si yo me daba la importancia y el espacio, mi cuerpo recordaba la angustia,  la ignorancia de darme a mí misma lo que necesitaba. No he sabido ocuparme de mí hasta que me he sentido exhausta. 

Mi hermana siempre me decía: no te dejas libre…, te atas…, permítete estar sola, date un tiempo. Yo lo veía, solo cuando sufría mucho, pero mi ceguera, mi falta de autoestima, mi miedo a la soledad, a valorarme y quererme  me hacían volver  a engancharme a  relaciones tóxicas, pura adicción al “amor”, al sufrimiento, a la intensidad,  al caos de la dependencia emocional, a seguir el patrón aprendido.

Hay en el darse a los demás una parte muy oscura cuando se hace desde el ocultar tus propios miedos y carencias pero también hay gratitud auténtica cuando se hace desde el corazón y libre de miedos.  

 

Poder ofrecer alivio y bienestar de manera simple y directa es lo que me interesó y me llevó a formarme primero en quiromasaje terapéutico. Luego estudié reflexología y otras técnicas manuales, disfrutaba y tenía una habilidad especial. 

Al descubrir la Medicina Tradicional China se me abrió un mundo, su filosofía desde la visión holística del Ser y del Universo me pareció muy coherente, me fascinó y me ayudó a tener una comprensión más amplia. 

Poco más adelante conocí la Kinesiología Holística el método que permite testar y abrir  una  comunicación muy precisa con el organismo para integrar cualquier técnica, con lo  que empecé abordando más concretamente la parte emocional.   

Trabajé en en dos balnearios y en cuatro  centros de terapias,  haciendo tratamientos de balneoterapia, terapéuticos y estéticos. Así me convertí en experta en masajes con diferentes técnicas además conseguí aplicar mis conocimientos y tomar experiencia en  Kinesiología, Acupuntura y Flores de Bach. Con la experiencia profesional y personal había comprobado la importancia de la parte psicoemocional en la salud, raiz de la mayoría de desequilibrios. Así empecé a formarme en bioneuroemoción, coaching y  Terapia Gestalt, a la vez que iba profundizando y evolucionando en mi propio proceso de autoconocimiento. Sigo formándome en TCI (Terapia Corporal Integrativa), en el programa SAT de psicología integrativa y supervisándome como profesional. 

Hay prácticas que también me han enriquecido mucho como el Seitai, el Yoga, la Meditación y sobretodo de Aikido que me han aportado conciencia corporal, energética y espiritual. 

Aprender que solo existe el momento presente es algo fundamental para vivir más realmente. Esto lo aprendí en el proceso que viví con mi hermana, le diagnosticaron cáncer, luchó dos años con la enfermedad y finalmente murió con treinta y ocho años.

El proceso de acompañamiento en la enfermedad y en la  muerte y posteriormente el duelo ha sido lo peor y lo mejor que me ha pasado nunca, ha sido un despertar a la vida, rendirme a ella, empezar a soltar defensas y atreverme a pararme y sentirme en el aquí y ahora. 

No huir, estar atenta y vivir lo que la vida trae es un camino que emprendo y no sé  dónde me va a llevar. No hay posibilidad de marcha atrás, de autoengaño cuando tomas conciencia. 

Después de muchas relaciones de pareja a cuál peor y sin dejarme tiempo empecé de nuevo, pensando, como siempre, que esta vez sería diferente y bien, me volví a equivocar; mucho pero relativamente, esta vez toqué fondo, por fin puse límites. Dejé de culpar y exigir a los demás, a las circunstancias y tomé responsabilidad, afronté mis miedos, me atreví a sentir la soledad y el abandono y con todo esto ya era más libre para elegir lo  quería. Darme cuenta de que la causa de todo  lo que me pasa, de lo que siento está en mí y en mi manera de percibir, es fascinante, increíble, lo simplifica todo y crea una oportunidad a cada instante.

Contacté con  el amor auténtico, maduro,  cuando perdí el miedo a amarme a mí misma, cuando comprendí que es atreverse a Ser a través del autoconocimiento, autoresponsabilidad, autorespeto, autocuidado, aceptación sin juicio y un darse a una misma para poder dar a los demás lo mejor de sí. Amar es un Arte.

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